Eras luz.

Hola, estoy aquí de nuevo. Delante de una pantalla que no es la de mi ordenador, buscando un poquito de inspiración. Inspiración para escribir algo que pueda suscitar un "qué buen texto has escrito", "me gusta eso que dices", "me siento identificada con todo"... El problema es que hace mucho que la perdí, hace mucho que le di la espalda. Aun le sigo dando vueltas al por qué. Hubo un tiempo en el que todo me iba mal y me pasaba las horas llorando encerrada en mi habitación. Paradójicamente -o quizás no- tanta tristeza y tanta soledad tenían un lado bueno: la creatividad. Leía mucho, escribía más, tocaba la guitarra sin parar, combinando letras que me hacían llorar con acordes que desgarraban el alma. ¡Y era solo una niña! Todo eso pasó, afortunadamente. Y llegó la luz. Primero en forma de una cerilla que se había encendido por casualidad, después como una llama que iba creciendo. Y salió el sol y con él una felicidad que sobrepasaba los límites. Día a día, una rutina brillante que parecía que jamás acabaría. ¿Qué importaba todo lo demás? La luz también me hacía crear, acordes alegres, baladas de amor. Nunca supe por qué empezó a apagarse, simplemente llegó el momento en el que dejé de necesitar las gafas de sol, porque veía bien sin ellas. Y luego las nubes taparon poco a poco eso que antes ocupaba todo el espacio. La rutina tan adorada ya no era suficiente. ¿Por qué nos empeñamos siempre en buscar más? ¿Por qué nunca nos conformamos con lo que tenemos? Ojalá lo hubiera hecho, ojalá me hubiera quedado para siempre en ese paraíso deslumbrante en el que no hacía falta mirar más allá. Pero abrí los ojos, pensé que más arriba del paraíso habría otro mejor...y una vez todo terminó me encontré a mí misma tan distinta de esa niña triste, pero a su vez tan parecida. Delante de una pantalla que no es la de su ordenador. Buscando, quién sabe, o el negro o el blanco. Buscando salir del gris para encontrar algo sobre lo que hablar, leer, cantar, escribir. 

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