Fall

¿Y quién no? Te preguntarás. Claro, pues nadie se salva de alguna que otra caída, de algún que otro abismo cálido, cómodo, apacible. El abismo del amor, el abismo del dejarse llevar por la inercia hacia abajo o hacia arriba, según quiera nuestro corazón. Porque caer no siempre te hace daño, a veces hay quien está a tiempo de cogerte en brazos y dedicarte un "¿estás bien? ¿te has hecho daño?" y ahí lo tienes de nuevo, el abismo en persona. Ya sea en su mirada o en la sonrisa o en el ritmo desenfrenado de los latidos de tu corazón. Y quieres y pides volar por un cielo azul claro con las manos extendidas, soñando ser gaviota o quizás mariposa. Cuando en realidad no vuelas, sino caes, te enamoras. Porque en el amor también hay gravedad, por eso en inglés, el verbo caer es el verbo enamorarse.

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