Sé tú mismo, el resto de papeles ya están ocupados.

La gente normal es aburrida. Se levantan por la mañana, desayunan, se duchan, van al instituto o al trabajo, vuelven, comen, estudian, trabajan, comen y duermen. Se visten todos iguales, con esa ropita ñoña que no destaca lo más mínimo, que no sugiere absolutamente nada. Hablan todos de lo mismo, escuchan la misma música. Nadie se sale de los esquemas ni se salta las normas, porque eso, eso no es lo correcto. 
Ahora yo pregunto, ¿y qué si eres diferente? Si no desayunas por la mañana porque no te gusta, si te saltas las horas de instituto que, como Geografía, matan de aburrimiento. ¿Qué pasa si después de comer, en lugar de hacer deberes, sales a la calle y respiras, vives? Si en vez de acostarte pronto, te quedas viendo series de asesinatos hasta las dos. Si en vez de vestirte de marrón, te pones un vestido rojo que quite la respiración. ¿Qué tiene de malo si en lugar de Pitbull y Justin Bieber, tus ídolos son Kurt Cobain y Billie Joe Armstrong? ¿Y si en vez de hablar de Rajoy, hablas de Descartes, porque a ti te interesa más? La personalidad últimamente está infravalorada, y es que en este país de mediocres, al que destaca se le ametralla.

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