La suerte de sentirme tu mitad.

¿Sabes? Nunca creí en el amor. Cuando de pequeña veía las películas Disney, en las que las princesas eran rescatadas por su príncipe azul, me reía y pensaba: "¡Qué tontas! ¡Yo no necesito que nadie me salve!"
Siempre he sido la típica que prefiere sonreír delante de los demás y luego llorar hasta quedarme dormida, pero sin que nadie lo sepa. Que protesta por todo, aunque no me moleste, para parecer más dura. La típica a la que los novios le duran 10 días, porque nunca he confiado en un hombre. La que bebe hasta caer al suelo, pero que nunca tiene resaca. La que lleva los tacones más altos de todas y el vestido más corto. El centro de todas las críticas, la más odiada, la más querida. La soberbia, la prepotente, la que lo sabe todo y no necesita a nadie. La que decía que "la media naranja" era solo un cuento para niñas. 
Siempre fui la típica que no creía en el amor porque no existe. Pero, aunque me cueste decirlo, también soy esa que se quedó colgada de tu sonrisa el primer día, que entre café y café empezó a soñar con una vida a tu lado. Esa que, de repente, se dio cuenta de que necesita que la salves.



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